Personajes

Alfonso Diez

alfonso@codigodiez.mx

El Ajedrez de Luis Echeverría

 

Se construye actualmente en la ciudad de Xalapa el Hospital Ángeles y “como coincidencia”, se anuncia también la construcción del Hotel Camino Real en la misma ciudad.

¿Por qué la coincidencia?

Olegario Vázquez Raña, propietario aparente de la cadena de hospitales Ángeles, ha sido “punta de lanza” del expresidente Luis Echeverría, igual que el hermano de Olegario, Mario. Más claro, ambos son sus prestanombres. En los hoteles Camino Real, por otra parte, Echeverría también tiene una fuerte participación, como veremos.

Basta recordar y poner los eslabones en su lugar.

Cuando Echeverría se hizo de la cadena de periódicos que pertenecía al coronel García Valseca, puso como director general de la misma a Mario Vázquez Raña y como director editorial al que fue secretario de Gobernación durante su mandato presidencial de 1970 a 1976, Mario Moya Palencia. Ante la interrogante de por qué se había quedado con el grupo periodístico fundado por el coronel, Echeverría respondió que porque “el Grupo Monterrey se quería quedar con él”.

Poco después, por medio del mismo director general de los “Soles”, que formaban parte de la Cadena García Valseca transformada en Organización Editorial Mexicana, compró o intentó comprar la agencia informativa más importante en esos días, la UPI, que quedó finalmente en manos de Emilio Azcárraga Milmo.

Azcárraga envió a Jacobo Zabludovsky a dirigirla, pero fueron tantas las protestas al interior de la agencia que tuvo que dar marcha atrás.

Mario Vázquez siguió al frente de los “Soles”. Compró más periódicos para la cadena, incluido el más importante de los del género policíaco, La Prensa. De la misma manera compró los de mayor circulación en toda la república.

Echeverría adquirió también uno de los más importantes en la Ciudad de México, El Universal y dejó al frente a Juan Francisco Ealy Ortiz. A Excélsior ya le había dado el tiro de gracia antes de dejar la presidencia: eliminó al que dirigía este diario de manera plural, Julio Scherer, y a sus colaboradores cercanos para poner en su lugar a Regino Díaz Redondo.

En otro ámbito, el de los hoteles, cada vez que hay reunión del Consejo de Administración de la cadena del Camino Real se integra de manera prioritaria el representante de Luis Echeverría. En Cuernavaca, María Esther Echeverría Zuno, una de sus hijas, acude sistemáticamente al Camino Real-Sumiya para cumplir con sus labores de hija del dueño y administradora del lugar.

Otra área de inversiones, la de los hospitales, estaba en la mira de Echeverría. Tenía el Mocel, con Eduardo, su hermano, al frente; pero por medio de Olegario compró la cadena de hospitales Ángeles y al Mocel le cambió de nombre, le puso simplemente Ángeles Mocel. Lo mismo hizo con todos los hospitales que fue integrando a la cadena, anteponerles el Ángeles en su nuevo nombre.

Quedaba pendiente la propiedad del periódico Excélsior. Éste daba bandazos. El excomandante Miguel Aldana, exdirector de la Interpol México acusado de narcotráfico y/o protector de narcotraficantes, estuvo a punto de ganarle la mano; llegó a un arreglo con la cooperativa que manejaba el diario y se posesionó de una oficina en sus instalaciones, con la promesa de entregar el dinero pactado en una fecha perentoria, pero no cumplió, le fallaron “sus inversionistas” y tuvo que desalojar.

La puerta estaba abierta para otros. Olegario había hecho arreglos con el exdirector Regino Díaz Redondo que no fueron aceptados por la cooperativa y ésta finalmente echó al usurpador que Echeverría había impuesto en lugar de Scherer. Pero el expresidente quería comprar Excélsior y lo logró, ya es parte del Grupo Imagen, que dirige Olegario y que maneja también los hospitales Ángeles.

¿Maquiavélico?. ¿Político por antonomasia?. Volviendo a la época de Echeverría Álvarez como presidente de México, casi al final de su mandato intentó quedar al frente de la Organización de las Naciones Unidas o de la UNESCO, pero no lo logró. Como apoyo, fundó el Centro de Estudios del Tercer Mundo, con instalaciones en diversas ciudades mexicanas. Una de ellas, por cierto, ubicada exactamente arriba de la estatua del Pípila, en la ciudad de Guanajuato, con la mejor vista de la población.

Todavía como presidente, ordenó que le instalaran en las oficinas de la Ciudad de México del Centro de Estudios mencionado una extensión de la red telefónica privada que usaba para comunicarse con los miembros de su gabinete, el famoso teléfono rojo. El caso es que cuando su sucesor, José López Portillo, ya había tomado la estafeta y el secretario de Gobernación era Jesús Reyes Heroles, se comunicó con éste por la red privada y Reyes Heroles lo regañó: “nunca más vuelvas a hablarme por esta línea, no tienes ningún derecho a tener acceso”.

Luis y Jesús se habían enfrentado cuando se trató de dar a conocer el nombre del sucesor del primero. El segundo era presidente del PRI y simplemente quería hacerlo de manera institucional, pero el otro se le adelantó y “destapó” a López Portillo sin tomar en cuanta la opinión del presidente de su partido, lo que desató la confrontación.

Era “el estilo personal de gobernar” que Daniel Cosío Villegas le había criticado. El mismo que salió a relucir cuando en la casa de éste se reunieron “intelectuales” y políticos, encabezados los últimos por el mismo presidente Echeverría, su secretario de Gobernación Mario Moya Palencia y su secretario de Educación Pública Porfirio Muñoz Ledo: “También hay intelectuales en el poder, son los que vienen conmigo”, pontificó el presidente, y ante las objeciones de “los intelectuales”, entre los que se encontraban Cosío Villegas, Octavio Paz y Julio Scherer, Moya Palencia les lanzó un “qué piel tan delicada” que les cayó como cubetazo de agua hirviendo.

Cuestionado sobre el tema en su casa de San Jerónimo, por el autor de estas líneas, durante una de varias reuniones, Luis Echeverría no dudó para responder: “Hay algunos a los que les das la mano y se toman el pie…”

Cuando al siguiente sexenio el presidente López Portillo instruía al presidente del PRI, Gustavo Carvajal, para “destapar” al que sería su sucesor, Miguel de la Madrid Hurtado, era frecuente ver a algunos de los aspirantes acudir a consultas a la casa del expresidente Echeverría y Carvajal declaró entonces a los medios de información: “Van a recibir ‘el beso del diablo’ “, con lo que quedaba claro que los que buscaban el apoyo del antecesor del presidente en funciones lo único que lograban era “quemarse” y perdían, en consecuencia, cualquier oportunidad de ser tomados en cuenta.

Esa frase parece haber marcado la senda futura de Echeverría en la política. El sucesor de Miguel de la Madrid en la presidencia, Carlos Salinas de Gortari, hizo pública la visita que el presidente de 1970 a 1976 le hizo tras el asesinato de Colosio y lo que le dijo: “Emilio Gamboa Patrón sería el mejor sucesor como candidato de Luis Donaldo Colosio”.

¿Por qué procedió Echeverría de esa manera?. Como dice el dicho: ¿metió cerillo para sacar lumbre?, es decir, ¿quería saber quién sería el sucesor, influir de alguna manera y simplemente lanzó un “buscapiés”?, ¿o fumó alguna yerba que lo sacó de su casa de San Jerónimo y lo plantó ante el presidente Salinas de manera incoherente?. Porque resultaba más que evidente que Emilio era parte del grupo de Salinas, no de Echeverría.

Esa mirada “como de mariguano” la captó Julio Scherer. Dice que un día lo vio sin lentes y la impresión que le produjo fue tal que lo desconoció. Era otro. ¿Cuál era el verdadero?

Cuando murió el presidente que lo designó, Gustavo Díaz Ordaz, tenía miedo de presentarse a la funeraria donde lo velaban, miedo a la hija de éste, Guadalupe, miedo de que lo fuera a correr o a hacerle alguna grosería y esperó afuera de la agencia en su vehículo, hasta que llegó el presidente López Portillo, para entrar en su compañía. Algo parecido le sucedió a Manuel Camacho Solís con Diana Laura Riojas, durante el velorio del candidato asesinado, Luis Donaldo Colosio.

Finalmente, Luis Echeverría sería arraigado en su casa para responder a las acusaciones de ser autor o cómplice de las matanzas de octubre de 1968 y de julio de 1971. Quedó libre y “sin embargo se mueve”. Vuelve a las grandes inversiones, sin preocupaciones procesales. Quedaron atrás los días en que compraba a crédito en la tienda de abarrotes de Martha Cuenca, porque nunca le alcanzaba el sueldo.

La intención expresada años atrás al que esto escribe de “vender todas sus propiedades”, ante el temor de que le fueran expropiadas por una posible evolución hacia el socialismo, perdió vigencia. Ya nada le espanta y ahora vuelve a la carga.

Es el político que hizo negocios durante su mandato, acumuló riquezas y ahora invierte en aquellas entidades que siente seguras políticamente. Fue el caso, en su momento, del estado de Morelos. ¿Qué lo une a Fidel Herrera Beltrán, gobernador de Veracruz?, tachado en su momento de echeverrista, pero derrotado por otro seguidor del expresidente, Fernando Gutiérrez Barrios, cuando en el pasado buscó la gubernatura.

Próximas las elecciones del 2009 y luego “la grande” del 2012, Luis Echeverría se prepara para colocar a su pieza mayor del ajedrez político, o por lo menos a sus alfiles. No cabe duda, es incansable. Habrá que ver quién va a recibir ahora el beso del diablo.

 

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